Nadie
Un estudiante regresa después de unas vacaciones de nuevo a la rutina a la ciudad donde estudia. Es de noche, poco a poco, varios acontecimientos le harán sentirse solo...solo ante una ciudad fantasma.
-¡Oiga muchacho que ya hemos llegado! Desperté de repente, el autobús acababa de llegar a la estación de El Prado y gracias al chofer aun no seguía dormido. Cogí los bártulos y bajé las escaleras del vehículo.- ¡Gracias por despertarme!- agradecí a mi único compañero de viaje y salí por patas. No había ni un alma entre andenes, quizás por la hora que era… (9:30 PM) pero desde luego, otras veces había hecho el mismo recorrido y a la misma hora y siempre había habido gente aquí, en fin… ya era de noche, la iluminación era insuficiente como si fuesen a cerrar la estación para no volver a abrirlas jamás , las farolillas parpadeaban, un ambiente poco acogedor. El conductor se alejaba poco a poco, hasta que lo envolvió la oscuridad del edificio, sus pasos aun los seguía oyendo mientras salía de aquel lugar.
El viento me empezaba a molestar a pesar de estar bien respaldado.
La parada del 26 parecía un desierto, el Gobi mas o menos, ya que hacía bastante frío. No pasó ni un solo coche, pude ver la silueta de un chucho pasando por debajo de la farola y nada mas. Después de unos minutos de pie y esperando, encendí un cigarrillo, me puse los cascos y me senté al borde de la calzada. Como siempre nada mas sentarte o hacer el mínimo amago de llevarte el cigarro a los labios y prenderlo, aparece el autobús.- Buenas noches- dije al conductor. Saqué el euro diez que vale el bus urbano (caro verdad), pagué y pregunte al hombrecillo: - Perdone, ¿hay algún acontecimiento especial hoy aquí, en Sevilla?-Que yo sepa no- dijo este después de poner el labio inferior salido hacia fuera y arrugar el entrecejo.-Es que, hay muy poca gente por aquí, solo lo he visto a usted y a otro conductor de autobús de la estación. – afirmé. - Bueno es bastante raro, he venido desde "El Cerro del Águila" hasta aquí sin que se haya atrevido nadie a subir al autobús. – dijo bastante extrañado, sujetando el volante con suavidad y mirando al frente, pero no miraba nada en concreto. Luego sus ojos, con aire mas alegre, volvieron a mi: –Parece que la gente se ha puesto de acuerdo para no salir a la calle. –dijo, al fin, sonriendo. Le devolví la sonrisa y me senté.
Me acomodé, (si eso es posible en estos sillones) puse las maletas bien colocadas y miré a través del cristal. Pasó la primera parada y no había nadie, la segunda igual…venía y se alejaban en la soledad del invierno sevillano y así sucesivamente. Mientras, en mis cascos sonaba "When the music over".
A los cinco minutos, ya me acercaba a mi destino y lo normal es que tardase por lo menos quince. Me acerqué a la puerta y pulse "stop".- Demasiada tranquila estaba Sevilla, ya me estaba acojonando un poco, salí del vehículo y me encendí otro cigarro. Seguía sin haber nadie, nadie en la calle, ni una maldita persona.
Todo el día había estado nublado tenía pinta de llover y sin más empezó a chispear. Esa fue la excusa que yo mismo me puse para no pensar porque mierda no veía a ninguna persona.
Anduve lo más rápido posible, llegué a la plaza que hay enfrente del bloque donde vivo y esperé que por lo menos allí los bares estuviesen abiertos, mas nadie andaba por "los puertos".
Estaba un poco mojado, abrí el portal, la sala estaba muy oscura me acerqué a la puerta del ascensor y pulsé el botón. La única esperanza que me quedaba es que estuviese mi compañero de alquiler en el piso. El ascensor tardó un siglo en llegar, la luz de este pintó mas clara la estancia, me incliné y cogí los bolsos, levante la cabeza, miré al frente y que sorpresa. Una anciana envuelta en harapos, con un pañuelo de cuadros que envolvía su cabecilla y bolsas de basura en sus delgadas manos…. No era la primera vez que la veía. Acababa de bajar, me miró, volvió a mirar a otro lado, se alejó hasta la puerta, en un parpadeo abrió el paraguas y salió.-¡¡oiga, oiga!! Quise salir detrás de ella pero en ese instante una cortina de millones de gotas se interponían entre los dos y no quise empaparme por completo. La anciana anduvo varios metros, de pronto se paró, podía escuchar como las gotas se estrellaban contra el paraguas y el suelo. Después miró hacía mí, permaneció así un momento, abrió la boca de labios delgados, parecía que iba a hablar, todo aquello me estaba produciendo una extraña sensación, mas no salió nada de su boca, solo vaho. La mujer volvió a darme la espalda y empezó de nuevo a caminar hasta que la perdí de vista.
Subí al 11º, lo primero que hice fue mirar si salía luz por debajo de la puerta pero esa esperanza se desvanecía gota a gota, bueno, aun Polako podía estar cagando o sabe dios y no tenía por que estar en el salón. Busque las llaves y abrí.
Nada de nada, antes de meter las fiambreras en el congelador, llamé a mi compañero, tal y como estaba hoy el día, seguro que no atendería la llamada. Quería asegurarme si hoy estaría SOLO o no. Mi saldo estaba apunto de agotarse, tardó un poco en coger el móvil y contestó: - "quillo" ¿que pasa?-
-¿tu vas a venir hoy para el piso? –pregunté
-No, llegaré mañana después de la hora de almorzar, sobre las tres mas o menos.
-Pues nada solo te llamaba para eso, ¿sabes? Créete lo que te voy a decir, no he visto a nadie, pero así de claro, a nadie, aquí en Sevilla, solo a los chofer de los autobuses, el de mi pueblo y el del urbano.- omití a la anciana para no alargar mucho mas la conversación.
-Eso es imposible, tu te has hartado de beber cerveza Ja ja ja. – Se rió unos segundos.
-Polako que no es coña, te prometo que no he visto a nadie, Sevilla esta sola. De todas maneras mañana te cuento, nos vemos tío.-
-Venga… y deja de beber, que te vas a convertir en un alcohólico, nos vemos, ja, ja, ja…….
El muy asqueroso se reía de mí, ya sabía que hoy cenaría SOLO, tocaría la guitarra SOLO y me aburriría un montón. Metí los congelados en la nevera y me dispuse a cenar. La televisión era la única forma de divertirme un poco ,o bien reventar mis neuronas. Me quite los zapatos, me deje caer en el sofá, me tumbe, crucé las piernas, mordí el bocata, cogí el mando, y pulse 1. Lo que faltaba, la tele no daba señal, la pantalla estaba gris y sonaba un pitido inaguantable.
Una vez que el chorizo hubo reposado en mi estómago y aliviado el hambre, me levanté del sofacillo y decepcionado con la programación anti temática o mejor dicho, monotemática de la tele, me acerqué a la ventana , apoyé los codos en esta y encendí el tercer cigarro de la noche.
Desde allí podía ver toda la ciudad, había dejado de llover y excepcionalmente no se oía el zumbido típico de la ciudad durmiendo, di las últimas caladas al pitillo, lo lancé y me fui a la cama.
Las primeras horas tuve un sueño muy superficial, las siguientes fueron unos interminables despertares, ya partir del alba dormí profundamente.
Desperté y había oscurecido, miré el móvil para ver la hora y eran las siete de la tarde, tenía un mensaje de Polako:
Illo Kee no llego al piso hasta mañana. K Estoy maluxo con la garganta, nos bemo.
-¡¡Será posible!!-grité y retumbaron las paredes del cuarto.
Fuera, las farolas estaban encendidas y llovía al igual que el día anterior. No se escuchaba ningún coche, persona, ruido. El miedo era cada vez mas fuerte, decidí telefonear a mis padres. No había señal, tampoco daba señal Polako, ni el de la policía, ni siquiera el del Telepizza.
Un cosquilleo empezó a recorrerme la espalda, el miedo terminó por apoderarse de mi. Se me ocurrio buscar al vecino, cuando encendí la luz del rellano pude ver que todas las puertas estaban abiertas, me dirigí a una de ellas:- !!¿¿Hay alguien aí??¡¡-no hubo respuesta.-!!¿Hay alguien en este maldito lugar?¡¡ -la respuesta fue un silencio TOTAL. Busqué algún signo de vida en dos de los apartamentos y fue en vano. Había dejado de llover y el viento había dejado de soplar. Rápidamente bajé las escaleras y todas y cada una de las puertas estaban abiertas.
Salí a la calle corrí y corrí sin saber a donde ir, Sevilla era una ciudad fantasma. Cuando mis piernas dieron de sí, anduve. Por cada calle que pasaba, podía ver que los todos los portales estaban de par en par, como si toda la gente se hubiese ido a la vez. Quizás hubiesen huido de algo, y yo fuese el único que no me había enterado.
Finalmente, después de no sé cuanto tiempo estuve andando, caí de rodillas de agotamiento, estaba en la calle Imagen, a la altura de la Plaza de San Pedro, en el centro de la capital. Volví a levantarme anduve un poco mas hasta un banco y allí repose un rato. Empezó a llover de nuevo. Asta ese momento solo había pensado en millones de cosas lógicas que hubiesen podido pasar, pero no pensé en mi, me di cuenta de que estaba descalzo, y solo llevaba puesto una sudadera y el pijama. Las plantas de los pies las tenía en carne viva y sangraban. Decidí pues pillarme un par de zapatos (ya que estaba en el centro y los habría a miles) y ponerme a cubierto, ya estaba lo suficientemente jodido como para mojarme aun mas. Me levanté y ahora si que me dolía los pies, pensé en acercarme al Corte Inglés, cada paso era una agonía, no se como pude llegar allí de ese modo.
Solo faltaba unos metros hasta el centro comercial, aun no lo veía pero estaba cerca, cuando llegará, después de buscar los zapatos, iría a hartarme de comer, -¡¡¡ja, ja, ja,!!!. Reía por no llorar. Tenía la sensación de que lo peor estaba apunto de llegar, fue solo pensarlo y de pronto, al fondo de la calle, las farolas una a una se estaban apagando, y la oscuridad se dirigía rápidamente, como una nube de cuervos, hacía mí. Corrí en el sentido contrario y ocurría lo mismo, la oscuridad acabaría engulléndome…
No veía ni mis propias manos. Notaba el suelo húmedo en mis pies desnudos y un frío terrible. Allí estaba yo SOLO sin saber que hacer, empapado y sin aventurarme a dar un solo paso.
FUENTE: http://relatos.escalofrio.com/relato.php?ID=20857